El solsticio de invierno marca el día más corto y la noche más larga del año. Es un poderoso símbolo de transición: mientras la oscuridad alcanza su punto máximo, también señala el inevitable regreso del sol. La Medicina Tradicional China (MTC), origen del masaje Shiatsu, le otorga una gran importancia y describe el solsticio de invierno de la siguiente manera: el Yin alcanza su apogeo (frío, oscuridad, reposo) pero, en el corazón mismo de esa profundidad, la pequeña chispa del Yang (calor, luz, acción) comienza a crecer de nuevo
La referencia a la duración de la noche es la más evidente para todos nosotros, pero se necesitan varios días para apreciar el alargamiento del día en el Cielo. Por parte de la Tierra, la inercia es aún mayor y el frío reinará todavía un mes o dos. Sin embargo, el cambio de rumbo ocurre precisamente este día e influye en nuestro estado energético, a menos que uno imagine vivir separado del resto del entorno, lo cual es ilusorio.
¿A qué nos invita este apogeo del Yin?
Se debe priorizar la introspección y la calma para alimentar la llama, tímida, en lo más profundo de nosotros. Sede de nuestra esencia profunda, el Riñón es particularmente solicitado en invierno, al igual que la Vejiga, que está muy activa. Es importante cuidar estos dos órganos. Entre las recomendaciones de la temporada:
- Bajar el ritmo: Menos agitación, más introspección. Respete su necesidad de sueño.
- Calentarse: Priorice los alimentos cocinados, las sopas y las especias suaves (jengibre, canela) para proteger su fuego interior.
- Trabajar la flexibilidad: Economizar el cuerpo no significa abandonarlo. Tenga cuidado con el entumecimiento y manténgalo flexible, por ejemplo, a través del masaje Shiatsu o automasajes de pies y manos.
- Preservar su esencia: Es el tiempo de la regeneración. Al ahorrar su energía ahora, prepara su vitalidad para la próxima primavera.
¿Y el Shiatsu en todo esto?
Aplicado sobre los meridianos de acupuntura, el Shiatsu produce un potente efecto de armonización y equilibrio de las energías para acompañar el paso de las estaciones. Se recomienda especialmente a las personas que sienten fatiga o los efectos de la depresión estacional, así como a aquellas que sufren entumecimiento físico debido al frío o a la falta de actividad. Este tratamiento tradicional japonés «calienta» y relaja.
El objetivo no es borrar el invierno ni su efecto de concentración: es necesario para preparar la eclosión venidera. Pero hay que vivirlo con serenidad y relajación, cultivando esa tenue chispa de «Yang», destinada a crecer hasta la primavera.




