¡No, no todo ocurre en la mente! El estrés involucra tanto al cuerpo como a la mente. Comprenderlo y experimentarlo proporciona técnicas básicas para controlar mejor los episodios de pánico. De hecho, es una herramienta valiosa para ofrecer a un/a adolescente. Si bien algunos encuentran espontáneamente los recursos adecuados para afrontar el estrés, otros se bloquean y algunos más recurren a estrategias de adaptación improvisadas que resultarán perjudiciales en la adultez. Volvamos al principio.
¡Viva el estrés!
El estrés es una reacción psíquica y física vital. Sin él, nuestra especie habría desaparecido de la faz de la Tierra hace mucho tiempo. Se trata de un reflejo de supervivencia que activa nuestros recursos mentales y físicos en el momento adecuado y los moviliza para urgencias existenciales: huir de un depredador, enfrentar una prueba, declarar su amor… Lo experimentamos desde el inicio de nuestra vida. Un bebé que enfrenta una necesidad atraviesa un episodio de estrés. Moviliza todos sus recursos: llorar, agitarse… hasta obtener satisfacción. El adulto se supone que comprende mejor su entorno, los desafíos que se presentan y las formas de superarlos. Pero el estrés mantiene su función de aguijón útil, orientando su atención y energía hacia lo «importante».
¿Entonces, de qué nos quejamos?
El exceso de estrés y/o sus consecuencias pueden ser difíciles de soportar. Este factor es mencionado con frecuencia por las personas que buscan un tratamiento de shiatsu. Atribuyen al estrés su mal dormir, sus adicciones, sus tensiones cervicales, sus problemas digestivos… Las personas «estresadas» describen una tensión casi permanente, que surge por razones triviales o que las paraliza en lugar de estimularlas. Los músculos se tensan, el abdomen se contrae y duele, la respiración se acorta, etc. Ser consciente de ello no es suficiente para liberarse. El shiatsu, un masaje terapéutico japonés, es particularmente recomendado para aliviar este tipo de tensiones. Sin embargo, es un tratamiento a posteriori sobre mecanismos ya arraigados de adaptación al estrés. La prevención es aún más útil.
Estrés y adolescencia
La adolescencia, un período de gran exposición al estrés, ofrece al mismo tiempo la oportunidad de aprender a dominarlo. Es la etapa de formación por excelencia y de transformaciones físicas importantes. ¿Acaso los adolescentes no nos dan a menudo la impresión de ser elásticos? Su postura corporal sorprende o incluso irrita a los adultos, ya que se percibe como una señal de indolencia. Sin embargo, esta particularidad responde a una adaptación práctica al impacto del crecimiento físico y también refleja torpeza en el control de su propio cuerpo. El cielo parece pesar sobre sus hombros. Dicho de manera simple: les falta verticalidad y alineación. Y esto es precisamente lo que hay que trabajar con ellos para ayudarles a dominar su estrés.
Estrés y alineación
La alineación entre el Cielo y la Tierra de la columna vertebral permite una respiración profunda, poderosa y relajante. Experimentada de forma inmóvil, es una evidencia bien conocida por los adeptos de la meditación. Es la postura perfecta para recuperar la calma y el autocontrol. Pero ¿cómo conservar esta verticalidad cuando estamos en movimiento? Ese es el reto del trabajo de alineación: proporcionar referencias para no alejarse demasiado de una verticalidad ideal. Un individuo «alineado» siente el aguijón del estrés y lo gestiona adecuadamente en el momento de la urgencia. Como controla su postura física, escucha sus emociones sin dejarse abrumar y puede expresarlas sin herir a los demás. En resumen, afronta los desafíos con la concentración necesaria, sin más.
Talleres de gestión del estrés
Quienes practican yoga, atletismo, artes marciales o danza ya han abordado estas cuestiones, aunque con otras palabras. Conocen sus beneficios. Pero muchos jóvenes atraviesan la adolescencia sin esta oportunidad, enfrentando tanto el malestar físico como la violencia emocional de un estrés que no controlan. Son ellos los principales destinatarios de los talleres de gestión del estrés que propongo, basados en mi experiencia personal y en diversas prácticas: Do-In (autoshiatsu), Qi Gong, Aikido, etc. Las actividades físicas propuestas se diferencian del deporte porque excluyen las nociones de rendimiento y competencia. Se prioriza la escucha del propio cuerpo para llevar a los participantes a la conciencia de su alineación y desarrollar su capacidad para afrontar el estrés.
Un programa de 6 sesiones
Mi propuesta: 2 sesiones al mes durante un trimestre, es decir, un total de 6 sesiones. Este ritmo busca evitar que los participantes pierdan los avances de una sesión a otra y que identifiquen rápidamente los beneficios de la práctica.
Estos talleres se realizan preferiblemente en pequeños grupos, siempre en un ambiente de respeto y benevolencia. Algunas actividades se repiten en cada sesión; otras varían. No requieren esfuerzos desmesurados, sino concentración. Tales talleres pueden organizarse bajo demanda a partir de 3 personas. No dudes en contactarme para organizar nuevos talleres.