Sí. ¿Fin del artículo? No, porque la idea contraria está tan extendida que disuade a algunos hombres de probar el masaje Shiatsu. Así que desmontemos la reputación infundada de un Shiatsu “Solo para mujeres”. Nuestra disciplina no tiene género, y aquí está el porqué.
Un origen oriental y marcial
Incluso antes de que el Shiatsu se llamara Shiatsu, los dojos de artes marciales en Japón eran lugares privilegiados para la transmisión del masaje tradicional oriental. Se practicaba entre luchadores, en un ambiente que podemos suponer bastante viril. Luego, el Shiatsu surgió como un tratamiento de salud para todos, sin exclusión de género ni de edad. Sus primeras aplicaciones se describen como vigorosas, no siempre cómodas y a veces dolorosas.
Un embajador llamado Muhammad Ali
Tokujiro Namikoshi es conocido por haber logrado que el Shiatsu fuera reconocido como medicina en Japón, donde abrió la primera clínica de Shiatsu. También trabajó para promoverlo en los Estados Unidos, en las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado. Hombre de comunicación, Namikoshi se atribuía dos pacientes icónicos para cimentar la reputación del Shiatsu: Marilyn Monroe y el boxeador Muhammad Ali. Varias imágenes lo confirman: Namikoshi efectivamente trabajó con el tres veces campeón del mundo, en una época en que aún no se hablaba de “hombres deconstruidos”.
La influencia del “New Age”
En Occidente (primero en los Estados Unidos y luego en Europa), el Shiatsu efectivamente evolucionó bajo la influencia de ciertos maestros y para responder a las expectativas de una sociedad influenciada por la cultura “New Age”. La dimensión “mágica” del Qi sedujo más que los katas marciales y rigurosos de sus orígenes. Algunas escuelas suavizaron su práctica, dando prioridad a la sensibilidad del tacto, más que a las presiones poderosas y las movilizaciones articulares. Fue en este punto que el Shiatsu ganó la reputación de ser más energético que enérgico, delicado y complejo, y por lo tanto más asociado al universo femenino y a una búsqueda de bienestar.
Práctica vs. estereotipos
A principios de siglo, la humorista Florence Foresti me hacía reír mucho con su caricatura de los estereotipos de género.
Ya era bastante exagerado para ser gracioso. Así que imaginen en 2024. Las cosas han cambiado, en Marruecos y más allá. Muchos hombres han tomado conciencia de que su cuerpo merece ser escuchado. Y que la fuerza por la fuerza, a base de golpes, filetes y hazañas en natación, no es para todos. Mejor aún, el rendimiento deportivo no solo se construye con músculo, sino también con una buena circulación del Qi. Esta es una buena razón para cruzar la puerta de un practicante de Shiatsu.
Mi experiencia con el Shiatsu
Lo menciono en mi biografía: fui iniciado al Shiatsu por UN practicante, que además era profesor de karate. Todos los profesores que me formaron eran hombres. No sospechaba de la reputación femenina del Shiatsu. Pero el hecho es: yo era el último chico de mi promoción al final de la formación. Y desde que empecé a ejercer, he recibido a muchas más mujeres que hombres. Así que, efectivamente, hay un tema, y no he escrito estas líneas por nada.
Una práctica “a medida”
Concluiré sobre la noción de atención personalizada. Aunque existen katas y secuencias estandarizadas, el tratamiento de Shiatsu siempre es una práctica “a medida”. Algunos tratamientos son más vigorosos que otros: la velocidad, la presión y las manipulaciones varían. El género de la persona es uno de los parámetros de adaptación, pero entre muchos otros: la edad, la condición física, la flexibilidad, etc. Y todo se desarrolla en diálogo y en la escucha de las expectativas del, o de la Jusha (1). Nadie debería temer recibir un tratamiento que no le convenga: demasiado suave o, por el contrario, demasiado fuerte. La semana pasada, practiqué presiones extremadamente fuertes a una persona acostumbrada a los masajes asiáticos que exigía vigor. Un verdadero “masaje de tipo”… practicado en una mujer.
(1) El Jusha es la persona que recibe el Shiatsu.